El autobús se volcó. Perder los puntos de referencia espacial, recibir golpes varios, pensar que íbamos a morir, ocurrió todo en un tiempo tan rápido que no alcanza para gritar, para encomendarse a Dios, para temer siquiera, una certeza neutra de que todo acaba.
Y luego, caer sobre alguien en algun lugar del autobus que ha frenado. Sentirse viva. Preguntar "¿estás bien, amor?" mientras aún se le busca con la vista. Tomar la mano de un extraño que nos ayuda a acercarnos a la ventanilla de emergencia en el techo (que ahora es el costado). Salir aún aturdidos y sentir en la cabeza el viento y una ligera lluvia a miles de kilómetros de casa.
Sin duda un viaje.
2 comentarios:
Triste y a la vez reconfortante resurgir del blog. Bueno saber que están bien, de que no fue más allá de golpes, moretones y el susto.
Una experiencia más para contar y para apreciar lo que se tiene.
De resto ¿Qué tal Uruguay?
;)
Saludos
Ro, doble alegría me proporciona leerte: primero que nada, como decía Juan, saber que estás bien, y que el accidente no pasó a mayores, gracias a Dios; y por otro lado, encontrarme con que, luego de mucho tiempo, has actualizado el blog.
Espero que más allá de ese desagradable momento (que sirve tanto para reflexionar) tu viaje al Uruguay haya sido grato. No sabía que andarías tan cerca de la Argentina; a ver si la próxima vez te cruzas. ;)
Un beso.
Publicar un comentario