Si en la maltrecha posada costera de la que parto hubiera habido alguien que preguntara por mi, le habría dicho que he recorrido este mar en pos de tesoros inimaginables y absolutos, desafiando tempestades, tocando la dulce flauta y confiando en que Caribdis duerma.
Anclé el Tempestad, que ha sido por años mi barco, en la paradisíaca isla Miel de Jade, remanso de arena roja y tibia, mi puerto preferido.
Ahora, restaurada la nave, zarparé de nuevo entre la agradable compañía, el sol y el aroma siempre fresco de la brisa. A bordo todos que el viaje inicia.
viernes, noviembre 04, 2005
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2 comentarios:
¿Qué acaso no hemos hablado antes del Caballero de la Esperanza, de los demonios de Milton, de hacer obsequios con flores y de cómo prefiero que me llames? ¿Estará Escila en tus oraciones esta noche?
Por sus acciones los conoceréis...
No, querido, a ti no te bautizó Jorge Amado con tan hermoso nombre. Ojalá la encontrases en el camino de cualquier forma...
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